sábado, 29 de agosto de 2015

Cleo.

—Cleo me caía bien —dijo—. Tenía personalidad. Carácter. No era vacua, como tantos pacientes. Ojalá hubiera podido meterme en su cabeza un segundo y ver qué sentido tenía todo para ella. Tenía alguna lógica retorcida y propia. Algo que ver con Shakespeare, Egipto y todo eso. Ella era su propio teatro, ¿no es así? Supongo que debería haber estado sobre un escenario. O tal vez convertía todo lo que la rodeaba en su escenario. Puede que ése sea su mejor epitafio.

-John Katzenbach, La historia del loco. 

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