A medida que crecía, Nombeko vaciaba más bidones y su salario servía para cubrir otras necesidades además de la inhalación de disolvente. De este modo, su madre pudo complementarlo con pastillas y alcohol. Pero la niña, que se daba cuenta de que las cosas no podían seguir así, le dijo que debía elegir entre la abstinencia o la muerte.
Su madre asintió con la cabeza; lo había comprendido.
Fue un funeral muy concurrido. Por entonces, muchos habitantes de Soweto se dedicaban sobre todo a dos cosas: a quitarse la vida lentamente y a rendir el último homenaje a aquellos que ya se la habían quitado.
-La analfabeta que era un genio de los números, Jonas Jonasson.
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