jueves, 27 de agosto de 2015

La vida en un hospital.

Francis observó las manos del hombre, grandes y nudosas, casi tan curtidas como las de un viejo, lo que no era nada normal porque aquel hombre silencioso no parecía mucho mayor que él. Francis pensaba a veces que en el hospital las pautas corrientes del envejecimiento estaban algo alteradas. Los jóvenes parecían ancianos. Los ancianos parecían vejestorios. Hombres y mujeres que deberían estar llenos de vitalidad arrastraban los pies como si el peso de los años les dificultara cada paso, mientras quienes estaban casi al final de la vida tenían la simplicidad y las necesidades de un niño.

-John Katzenbach, La historia del loco.

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