sábado, 11 de marzo de 2017

La bella ha vuelto.

Esta noche mi tía se ha despertado sobresaltada por un ruido a eso de las 7 de la madrugada. Yo, por suerte o por desgracia, tengo el sueño demasiado profundo como para que me despierte un estruendo (ya puede estar resquebrajándose la tierra que, mientras que mi cama no se mueva, yo sigo roncando [no ronco, creo, solo hablo]). Pero me habría gustado descubrir con mi tía la fuente productora del estrépito, seguro que habría empezado desde altas horas de la madrugada a comerme la cabeza sin fin en lugar de hacerlo ahora, cuando me he enterado de lo ocurrido.
Pues bien, el ruido procedía de un libro. Qué bonito comienzo, ¿verdad?
Un libro de la estantería se había caído. Esto ya se torna un poco inverosímil y peliculero, pero es la verdad.
Pero lo realmente interesante es el libro en cuestión: no era otro que el mismísimo NEFERTITI, del autor Guy Rachet. Y el magnífico libro se ha llevado por delante a un pobre flamenco que hacía guardia durante la noche, y cada día, delante de la estantería de libros. Este animalito de color rosa sujetaba la cadena y no pudo soportar la presión de la Bella.
Y ahora es cuando doy rienda suelta a mis cavilaciones y me pregunto: ¿Significará algo? ¿por qué ese libro y no otro? o ¿por qué un libro y no otro objeto? ¿Habrá sido o será descubierta al fin la tumba de Nefertiti? Hace poco vi que apareció un coloso de Ramsés II que estaba enterrado ( http://www.antena3.com/noticias/cultura/descubrimiento-arqueologico-historico-egipto-coloso-que-representaria-ramses_2017030958c1aef00cf264516ca885d9.html ). Egipto está cobrando vida, Ramsés II, ahora Nefertiti nos despierta en mitad de la noche...¿quién vendrá después, Akenatón o Tutankamón?


Ahora que me acuerdo, justo ayer pregunté a mi profesor de Mitología Clásica por la inscripción que aparece en un colgante de un escarabajo esmeralda que me trajeron de Egipto. Fue de un lado para otro de la clase en busca de luz apropiada, le dio vueltas y más vueltas en busca de un sentido pero no hubo manera.

–"kai", "dekai"...– murmuraba.

En conclusión, la inscripción del insecto de piedra no tenía ni pies ni cabeza. Los símbolos o estaban desgastados o habían sido hechos por una mano inexperta ya sea en el arte del cincel o en el idioma.

–Pero tranquila que no es ninguna maldición– bromeó.


Y volviendo al acontecimiento estrepitoso después de esta digresión necesaria, me asaltan incluso más dudas. ¿Coincidencias? ¿Acaso no pondrá "Nefertiti" en el amuleto y ella misma en persona –o en espíritu– no supo otra manera mejor de decirlo que tirando sin compasión un pobre libro al suelo? Si así fuera, sería la persona más feliz del mundo. 

Quizá de verdad La bella ha vuelto.


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