miércoles, 14 de septiembre de 2016

El fragmento más cruel que he leído nunca.

El maestro estaba convencido de que las leyes de la genética le habían jugado una mala pasada. Sus hijos resultaron un completo fracaso. Jochen era lento y torpe, pésimo estudiante, se dormía en clase, se orinaba en la cama, no servía para ninguno de los proyectos trazados para él. De Katharina prefería no hablar. La pequeña era imbécil. De una cosa estaba seguro: no había taras congénitas en su estirpe, de modo que él no era responsable de esa pobre enferma, quién sabe si era en realidad hija suya, no se debía meter las manos al fuego por la fidelidad de nadie y menos de la propia mujer; por fortuna Katharina había nacido con un agujero en el corazón y el médico pronosticó que no viviría mucho. Mejor así.

-Eva Luna, Isabel Allende.

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