No hay belleza
exquisita -dice Bacon, Verulam, refiriéndose con justeza a todas las formas y
géneros de la hermosura- sin algo de extraño en las proporciones.
Los cabellos, como
ala de cuervo, lustrosos, exuberantes y naturalmente rizados, que demostraban
toda la fuerza del epíteto homérico: "cabellera de jacinto".
Analizaba la forma
del mentón y también aquí encontraba la noble amplitud, la suavidad y la
majestad, la plenitud y la espiritualidad de los griegos, el contorno que el
dios Apolo reveló tan sólo en sueños a Cleomenes, el hijo del ateniense.
-E. A. Poe, Ligeia
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