jueves, 23 de junio de 2016

Las tabletas y los smartphones no fomentan la socialización.

El caso es que, objetivamente, los estereotipos de han perdido vigencia en lo que llevamos de siglo XXI. Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, analizaron 597 anuncios televisivos entre las campañas navideñas de 2009 y 2011 y llegaron a la conclusión de que, predominantemente, inducían "al aprendizaje de valores como diversión y competición, riesgo y agresividad para el caso de los chicos, y de belleza y apariencia, el cuidado de los otros o la atención del hogar en el caso de las niñas".
Y es que, aparte de inculcar los valores igualitarios, el intercambio de roles acarrea indudables beneficios psicológicos: mientras que los juegos de construcción aumentan el iteres de las chicas por la tecnología y la ingeniería, cocinar favorece la vena creativa de los chavales, por ejemplo.

Los padres convierten el teléfono móvil en un sonajero.

Otro motivo de preocupación contemporánea es la eclosión de las pantallas táctiles. Dejando al margen la censurable práctica de algunos padres comodones, que dejan los smartphones a sus hijos como una especie de sonajero virtual para que los dejen tranquilos, los especialistas están divididos sobre sus ventajas o inconvenientes con respecto al juguete convencional.
Algunos, como el psicólogo uruguayo Roberto Balaguer, creen que los dispositivos móviles están "más cerca de la simulación" y que sus videojuegos ayudan a "manejar grandes flujos de información, a lidiar con el error y la equivocación de una manera más sana, a perder". Otros, aunque reconocen que todavía es un campo incipiente de investigación, sospechan que no favorecen precisamente la dimensión social del individuo y pueden producir problemas de comportamiento, sobre todo en los menores de tres años. Rahil Briggs, psicóloga infantil en el Montefiore Medical Center de Nueva York, inclusa ha llegado a plantear que retrasan la adquisición del lenguaje.
Es verdad que hay aplicaciones muy interactivas y gratificantes, pero a  menudo tabletas y móviles se convierten en una suerte de teles portátiles para ver dibujos. De los padres depende fomentar un buen uso, porque no se puede -ni conviene- poner puertas a la tecnología.




[De la revista Muy Interesante de diciembre de 2014, número 403].

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