sábado, 13 de mayo de 2017

Llovía, relato erótico.

Llovía, estaba diluviando y Tis había perdido el último tren a su casa. Eran las 00:00 de la noche y no tenía ganas de buscar una parada de autobús entre tanta lluvia. La poca gente que conocía, o era mayor y estaría durmiendo, o era joven y estaba de fiesta. Ella solo quería descansar; estaba agotada y helada.
Probó a llamar a algunos amigos pero no hubo suerte. Siguió intentándolo y uno de ellos descolgó, Lucas. 
—Hola Tis, ¿ocurre algo? —preguntó, extrañado de que le llamara en lugar de mandarle un Whatsapp.
—¡Hey! Hola. No es nada grave, pero me he quedado en tierra... —respondió tiritando.
—¿Estas en la calle? ¡¿Con el frío que hace?!
—Sí, aunque estoy resguardada. Em...¿Podría quedarme en tu casa esta noche? —le pidió, delicadamente.
—¡Claro! ¡Ven a casa antes de que cojas una pulmonía! 
Le recordó la dirección y, sonriendo aliviada, se encamino al lugar en el que pasaría la noche.

Lucas ya estaba en su portal esperándola, paraguas en mano. 
—Muchísimas gracias Lucas, qué haría sin ti... —le dijo una vez en el hogar, abrazándole.
—¿Qué estabas haciendo para perder el tren? —se extrañó. 
—Había quedado con unos amigos y se alargó demasiado. Corrí a por el tren, pero lo perdí por tres minutos. 
—Bueno, no te preocupes. Puedes quedarte aquí sin problemas. Estás en tu casa —la animó, al tiempo que colgaba su abrigo empapado en el perchero—. ¿Has cenado?
—Sí, sí, tranquilo —hizo un gesto con la mano, desechando la idea de meterse algo en el cuerpo con el cansancio que tenía encima—. ¿Qué estabas haciendo? ¿Te he interrumpido?
—Estaba viendo la tele —respondió, con mirada tranquilizadora.
—¿Alguna peli?
—Zapping, sin más. ¿Me acompañas?
—Claro, a ver qué hay.
Ambos se sentaron en el sofá y Lucas se apropió del mando. Pasaron la hora siguiente acurrucados, viendo capítulos repetidos de The Bing Bang Theory, riéndose y haciendo bromas. Fueron los párpados de Tis los que primero empezaron a pesar. Lucas se dio cuenta de ello y le enseñó su habitación. Se durmió al instante.

Ella se despertó a las 10:00 de la mañana, tardó unos minutos en darse cuenta de dónde estaba. Desperezada, se incorporó y fue al baño. Vio que había ropa en una percha anclada en la parte superior de la puerta. Ella seguía en paños menores, así que se acercó y husmeó las prendas. 
Lucas estaba en su habitación, estudiando en el escritorio. Tis se le acercó de puntillas por detrás.
—Hmm, qué bien hueles... —dijo, mientras le besaba el cuello.
—Me he duchado. ¿Has dormido bien?
—Como un bebé —respondió, pasando las manos por su pecho y descendiendo. No dejaba de besarle el cuello, subía por él con la lengua. Llegó a la oreja y succionó su lóbulo. Lucas le acariciaba el pelo. 
Sus manos llegaron a su pantalón; se metieron por debajo y palparon la superficie del calzoncillo. Él se lamía los labios y echaba la cabeza hacia atrás.
Entonces Tis paró y arrastró la silla hacia sí. Acto seguido se sentó encima de él, cara a cara, a horcajadas.
—Esta camisa es mía —sentenció, con mirada sospechosa.
—Ya —rió ella.
Lucas le rodeo el cuerpo con sus brazos y la besó intensamente. Un beso, tras otro, tras otro. Él le agarró la cara y siguió besándola. Pómulo, mejilla, arco de Cupido, comisura, mentón, mandíbula...Le lamió y besó el cuello, rozó suavemente sus labios para notar cómo se erizaba la piel, cómo reaccionaba después de ser mordida y saboreada. Luego se centró en un punto concreto y succionó. Era tan intenso el placer, que Tis aproximó su cadera a la de él, apretando la entrepierna contra su miembro, las bragas contra el pantalón. Pero de repente le paró tirándole del pelo.
—Para. No me dejes marca —le advirtió.
—Vale, perdona. Oye, ¿estás segura de que quieres seguir con esto? —le preguntó, pues si le había parado una vez podría no estarlo.
Tis se tomó la respuesta por su mano y juntó los labios con los suyos. Apoyó las manos en el respaldo para echarle hacia atrás pero él metió las suyas por debajo de sus piernas y la cargó hasta la cama. Ahora quedaba él sobre ella. Tis acarició toda su espalda, dejando una mano en sus glúteos, que apretaban su cadera contra su sexo. Desde la zona lumbar fue subiendo, arañando, apretando, palpando. Era una sensación tan única y placentera sentirle encima. Se ató a él con sus piernas como una enredadera. Sus miembros echaban fuego. Aun así no era suficiente y Lucas le levantó un poco una pierna para estar más cerca de ella.
También Tis necesitaba más y, con un poco de impulso, se puso encima de nuevo. No calculó y por poco cayeron al suelo; la cama era de 90. Hicieron fuerza los dos para volver a centrarse en el mueble amatorio sin desenredarse. 
Ella se sentó recta encima de él, mirándole a los ojos fijamente. Podía notarle perfectamente erecto tan cual estaba: justo sobre ella. Lucas metió las manos por debajo de su camisa en cuerpo ajeno y se la sacó por la cabeza, sin desabrochar botones. La dejó completamente despeinada. Tis tiró del pantalón de chándal y calzoncillo a la misma vez. Se iba a agachar pero él la besó rápidamente y la colocó encima de él, después de quitarle las bragas. 
—¡Eh! —volvió a interrumpir ella.
Lucas se sorprendió de su despiste y rápidamente se encapuchó. 
Se dejó penetrar muy despacio. Notaba que él subía su cadera y hacía fuerza en su cintura. Pero Tis quería disfrutarlo todo lo posible y soltó las manos que se habían pegado con tanta ansia a su cuerpo y las colocó a ambos lados de la cabeza de la víctima. 
Él se esforzaba por besarla, pero ella prefería seguir deleitándose con el gel de ducha de su cuello.

Los papeles yacían en el escritorio en la misma posición. Nada en la habitación se movía excepto ellos. Solo los gemidos y sofocos daban parte de lo que allí se estaba gestando. Solo la cama era sacudida por esos galopes sexuales. Nada se movía en el resto de la casa, desde fuera todo se veía igual. Pero para ellos nada era igual. La cama había cambiado para Lucas, no volvería a ser la misma. La habitación había cambiado.
Y la temperatura siguió subiendo. El ambiente estaba muy caldeado.




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